domingo, 25 de septiembre de 2011

PACIENCIA Y PERSEVERANCIA CON EL AGUA CALIENTE

La paciencia es un árbol de raíces amargas, pero de frutos dulces
anónimo


NECESIDAD: Hace mucho, o muy poco, meses atrás, me sentía atraído. Me sentía de bajos ánimos en mi salón, iban a pasar algunas semanas para poder ver a quien me gustaba y ya había adquirido el hábito de recibir sus llamadas y mensajes a cada instante. Postee, de forma imprudente, en mi perfil público un emoticón de tristeza. Recibo una respuesta, que casi hasta ahora no entendí porque más veía quién me lo enviaba que lo que contenía, decía que no esté así que recuerde la frase del personaje de la abuela puesta en que participé: Paciencia y fe.
Leyendo meses después de los acontecimientos pasados me encuentro este texto de un libro que leo para sustentar mi tesis, este fragmetno lo transcribo para su agrado ya que tiene que ver con algo que muchos carecemos: Paciencia.
CONTENIDO:

Vivimos en un mundo global en el que las cosas cambian a gran velocidad y donde cada vez más se esperan resultados inmediatos. Sin embargo, la estructura básica del ser humano no ha cambiado. La paciencia aún es necesaria para el logro de resultados en la vida y el trabajo.

En la antigua Asia una mujer buscó a un sabio con el fin de que le hiciese una pócima para reconquistar al marido. Éste había regresado de la guerra después de meses y no quería saber nada con ella. El sabio le pidió que consiguiese un pelo de tigre salvaje. La mujer, decidida a recuperar al marido, se dirigió al campo y ubicó un tigre. Diariamente le llevaba un trozo de carne. Al comienzo el tigre no permitiría que la mujer se le acercase, pero ella fue aproximándosele poco a poco. Un tiempo después la mujer pudo darle la carne y quedarse junto a él, hasta que un día, cuando el animal estaba durmiendo, le sacó el pelo que necesitaba y se fue donde el sabio. La mujer le pidió la pócima, pero el sabio le respondió sonriendo: “Mujer, ya no lo necesitas. Si has logrado conquistar el amor y paciencia a un tigre feroz, igualmente podrás reconquistar a tu marido” (FOREST, Heather. Wisdom Tales from Around the Wolrd. Arkansas: August House Publishers, Inc. 1996).

Hoy en día la paciencia es una cualidad olvidada. Los cambios y la tecnología nos acostumbran a esperar resultados inmediatos. Los juegos electrónicos nos condicionan a responder de la misma forma. El control remoto del televisor y la variedad de canales nos dan la posibilidad de escoger y cambiar rápidamente. Internet nos da acceso inmediato a la información que queremos. La competencia y la globalización permiten que el servicio mejore en cualquier negocio, acostumbrándonos a esperar resultados inmediatos.

Pero no todo es inmediato en la vida: hay actividades que requieren mucha paciencia. En el campo, por más que quieras resultados, tienes que esperar pacientemente que llegue el momento de cosechar.

En lo personal, necesitamos paciencia y perseverancia para los estudios, para reemplazar un hábito, para aprender una nueva habilidad o para lograr nuestra visión y metas importantes.
En el nivel organizacional, necesitamos paciencia para entender las demoras naturales de los sistemas empresariales. En La Quinta Disciplina, Senge menciona un ejemplo: en las tuberías antiguas, cuando uno abre la llave de agua caliente, el agua sale fría por un tiempo y luego calienta. Si uno se quiere bañar deber tener paciencia para esperar que caliente. De lo contrario, abrimos tanta la llave que cuando sale nos quemamos. En la teoría de sistemas esto se llama “demoras”. En el mundo empresarial existen muchas “demoras”: cuando empezamos un proceso de cambio y reestructuración; cuando contratamos nuevo personal; cuando implementamos un proceso de calidad o estrategias competitivas. Los beneficios toman tiempo en materializarse. Hay que tener paciencia para esperar las “demoras” en los resultados, o de lo contrario nos podemos quemar como el agua caliente. La semilla de bambú es como una nuez de cáscara muy dura. Cuando uno la planta, el primer año no pasa nada. La sigue abonando y regando el segundo año, y no pasa nada. El tercero y cuarto, tampoco. Pero cuando llega el quinto año, el bambú crece 30 metros en seis semanas. Tenga paciencia con los ciclos naturales de la vida y el trabajo; persevere fertilizando y regando para que, cuando llegue el tiempo, el resultado nos sorprenda.


BIBLIOGRAFÍA:

EL CAMINO DEL LÍDER: Historias ancestrales y vivencias personales. David Fischman. Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas, Enero 2000, página 59

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